Se que no soy la persona más querida del mundo. Mucha gente,
por alguna razón, me detesta, y eso siempre fue una pequeña espina haciendo presión
en mi vena de debilidades. Siempre he creído que todos me odian, aun cuando no
me lo hayan dicho, he odiado conocer gente por miedo a que me odien… y así muchísimas
cosas más.
Hoy tuve la dicha de vivir una de estas típicas experiencias
donde me entero que desagrado como persona, y de hecho me lo dijo en mi cara.
No exactamente con esas palabras pero si dijo algo así como que no esperaba que
yo dijera groserías, que esa no es la primera impresión que tuvo de mi y la
verdad es así, las primeras impresiones que suelo dar no son precisamente las
correctas debido a que no tengo confianza… pero una vez agarro confianza con
completamente yo. Así que me sentí mal por un momento.
Tiene razón, soy un asco.
Debo cambiar…
¿Saben cuantas veces he intentado cambiar? Infinitas. Son
infinitas las veces en las que he intentado cambiar pero siempre termino
volviendo a ser yo misma. Así que luego de recordar todas esas desagradables
veces en las que mi personalidad fue juzgada y todas las veces que intente
cambiar pensé: ¿Por qué? ¿Por qué diablos quiero cambiar por cosas que ciertas
personas dicen o creen? No está dicho en ninguna parte que debes agradarle a
cada persona que te encuentras por el camino de la vida.
Así como hay personas que me odian por como soy, también hay
quienes me aman por lo mismo. Debería estar agradecida con las personas que, a
pesar de conocer mi verdadero yo, se quedan a
mi lado. Mis amigos, mi familia… nada más importa. Si a alguien no le
gustas mándalo a comerse un cerro de mierda, como decimos los Venezolanos, and
that’s it. No tienes que preocuparte por agradarle a cada persona del mundo
porque eso es prácticamente imposible.
Así que si hay algo que debo agradecerle a esta persona de
la que hablo es la enseñanza tan hermosa que me ha dado el día de hoy. Estar
agradecida por las personas que, a pesar de conocerme a profundidad, se quedan
a mi lado sin importar lo rara y grosera que pueda llegar a ser.